La infertilidad es una condición desafiante ya que impone una limitación que para algunas parejas puede ser verdaderamente significativa. Aceptar esta situación conlleva pérdida y duelo, pero también requiere tomar decisiones, todas ellas de gran magnitud.
Cada caso es diferente. Como es obvio, la infertilidad afecta más gravemente a quienes desean tener un hijo y de repente se dan cuenta de que lograrlo de forma natural es imposible. Si bien existen una serie de posibles soluciones, no hay garantía de que funcionen y, en cualquier caso, implican un proceso largo.
El apoyo psicológico es crucial cuando la infertilidad causa angustia, confusión o conflictos. Es una situación que debe abordarse con cuidado para evitar generar consecuencias negativas profundas y duraderas.
Diagnóstico de infertilidad
El diagnóstico de infertilidad marca un antes y un después en la vida de una persona. Normalmente, este diagnóstico médico se llega después de un viaje lleno de esperanzas y expectativas fallidas. Por lo general, una mujer de 25 años tardará entre dos y tres meses en conseguir el embarazo si es fértil. Si tiene entre 35 y 40 años, tardará entre 12 y 13 meses. Las mujeres mayores de 40 años tardarán hasta dos años o más en concebir. Debido a lo anterior, en la mayoría de los casos las pruebas de fertilidad no se inician hasta que haya pasado más de un año de intentar la concepción sin éxito. Para las mujeres mayores de 40 años, el tiempo puede ser más corto.
Lo cierto es que estamos hablando de un período considerable en el que se alternan la esperanza y la frustración. Así, el diagnóstico se llega con cierto nivel de cansancio. Puede haber cierto alivio al tener una respuesta definitiva, pero también hay que aceptar la pérdida de capacidad reproductiva y las decisiones que esto conlleva.
Un nuevo proceso
Inicialmente, la persona o pareja afectada por la infertilidad debe decidir si se resigna a no tener hijos, busca programas de reproducción asistida o adopta. Después del diagnóstico, muchas personas o parejas experimentan una crisis. Todo esto implica reconsiderar un objetivo de vida y llegar a una respuesta convincente no es fácil. Este es el momento ideal para buscar apoyo psicológico. La psicoterapia ayuda a procesar adecuadamente el duelo pero también aclara pensamientos y emociones para que se pueda tomar la mejor decisión para el futuro. En estos casos, no existe una decisión correcta o incorrecta; Todo depende de cada caso concreto. Cualquiera que sea la decisión que se tome, no será fácil de aceptar. Renunciar a la paternidad es una decisión radical con importantes implicaciones en la vida. Al mismo tiempo, buscar reproducción asistida o adoptar un niño son decisiones que implican un esfuerzo continuado durante varios años. En todos los casos, hay que estar preparado para los altibajos y las sorpresas en el camino. El apoyo psicoterapéutico puede proporcionar una asistencia crucial.
La contribución de la psicoterapia
A pesar de los programas de reproducción asistida muy avanzados, se estima que sólo entre el 30 y el 50% de los casos consiguen resultados satisfactorios. Un proceso de este tipo puede durar hasta seis años y, al final, es posible que no se logre el objetivo. Se producen resultados similares con los procesos de adopción: tardan varios años y el éxito no está garantizado. En resumen, la infertilidad y sus consecuencias ponen en marcha procesos psicológicos exigentes, arduos y de largo plazo. Durante estos procesos, los individuos atraviesan diversos momentos de incertidumbre, tensión y ansiedad. Mientras tanto, la pareja sufre una transformación, no siempre para mejor; así, además de lo antes mencionado, está el reajuste del vínculo amoroso, lo cual no siempre es fácil. En tales casos, un tercero puede ser de gran ayuda para facilitar una comunicación adecuada, fomentar el reconocimiento de las propias emociones y potenciar el entendimiento con el otro. En el marco de la psicoterapia, gestionar los momentos difíciles se vuelve más fácil.
Si el sueño de tener un hijo finalmente se hace realidad, puede haber tendencia a la sobreprotección o a adoptar un estilo de crianza ansioso. Si finalmente no se supera la infertilidad, se vivirá un proceso de duelo completo. En ambos casos, el apoyo psicológico es válido para lograr la estabilidad tras procesar las emociones relevantes.